viernes, 30 de noviembre de 2007




“Me sacaron por la edad que tengo”, dice Andrea López, una adolescente de 15 años, con retraso mental, al recordar su paso por el tercero básico de una escuela regular.




“Cuando uno va a estudiar, puede jugar, se divierte mucho jugando pelota, canta, las profesoras son amables. Pero a mí nadie me preguntó, sólo me dijeron que ya no podía llegar”, agrega este estudiante de 1.75 metros, del Instituto Neurológico, con una sonrisa que asemeja una mueca.

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